sábado, 12 de junio de 2010

Cathy&Heahtcliff. Cumbres borrascosas.

En el sueño recordé que estaba echado en el interior de la estancia de madera. Escuchaba con claridad la borrascosa ventolera y las ráfagas de nieve. Escuchaba también los golpes de la rama y en esta ocasión no los confundí, pero me molestaban tanto que me propuse hacerlos cesar, en la medida de lo posible; así que me levanté y me dispuse a abrir la ventana. El trinquete estaba soldado a la armella, algo en lo que ya había reparado cuando estaba despierto, pero que, dentro del sueño, había olvidado.
-! Debo detener ese ruido! -murmuré, atravesando con el puño el cristal y alargando el brazo para agarrar la inoportuna rama.
En lugar de eso !mis dedos hicieron presa en una pequeña y helada mano! Un horror de pesadilla se apoderó de mí, traté de retirar el brazo, pero me lo agarraba la mano y una voz de lo más melancólica empezó a sollozar.

-! Déjeme entrar! !Déjeme entrar!

-¿Quién eres? -pregunté, forcejeando mientras tanto para zafarme.

-Catherine Linton -replicó con voz temblorosa (...) He venido de vuelta a casa. ¡Me perdí en los páramos!

Mientras hablaba distinguí en la oscuridad un rostro infantil que miraba por la ventana. El terror me hizo ser cruel y viendo que era imposible desembarazarme de aquella criatura, empujé su muñeca hacia el cristal roto y la apreté contra el marco de la ventana hasta que la sangre empezó a empapar las sábanas de mi cama. Aún así, seguía gimiendo:

-¡Déjeme entrar! -y mantuvo su presa en mí, volviéndome loco de miedo.

-¿Cómo? -dije por fin- ¡Suéltame, si quieres que te deje entrar!

Los fríos dedos se relajaron y pude arrastrar mi brazo hacia dentro. Rápidamente apilé los libros formando una pirámide para tapar el agujero del cristal y me tapé los oídos para no escuchar aquella lastimera plegaria. Debí tenerlos tapados durante más de un cuarto de hora y, sin embargo, al retirar las manos, ¡allí estaba el mismo gimoteo de nuevo!

-¡Fuera! -grité- Nunca te dejaré entrar. Aunque me lo ruegues durante veinte años.

-Veinte han sido -se lamentó la voz-, veinte años. ¡Un alma errante, abandonada durante veinte años!

Dicho esto, comenzó a arañar débilmente por fuera y el montón de libros se movió como si lo hubieran empujado hacia delante. Intenté levantarme de un salto del lecho, pero no podía moverme, así que grité fuerte, en un frenesí de terror .....


Mi amor por Linton es como el follaje del bosque. Bien sé que cambiará con el tiempo, al igual que el invierno transforma los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas inmutables de debajo de la tierra: manantial de escasa alegría, aparentemente, pero necesario.
¡Nelly, yo soy Heathcliff! Lo tengo constantemente en mi pensamiento; no como un gozo, puesto que no soy en todo momento un gozo para mi misma, sino como mi propio ser. No vuelvas a hablar de nuestra separación; eso es imposible y…

¡Catalina!¡ Haga Dios que no reposes mientras yo viva! Si es cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima persigue a su asesino. Hazlo, pues, sígueme hasta que me enloquezcas. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡Oh! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!.


Fragmentos de "Cumbres Borrascosas" (Wuthering Heights). ünica novela publicada por Emily Brontë. El resto de su obra está formada por poemas, publicados en diversas ediciones, entre los cuales destacan los relativos a Gondal, donde pueden encontrarse paralelismos o similitudes con Cumbres Borrascosas.

 Cumbres Borrascosas es una historia arrebatadora y romántica, una venganza que se prolonga hasta el final, y un amor que irá más lejos todavía. Es, en definitiva, una complicada tragedia que constituye una de las obras maestras de la literatura

Estos dos personajes son el alter ego el uno del otro, y así lo reconoce la propia Catherine en un momento de la historia, cuando le dice a Nelly Dean que sus penas han sido las de Heathcliff, las ha visto venir y las ha sufrido, y acaba reconociendo que ella misma es Heathcliff. Tal es el grado de dependencia e interacción de ambos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Wendyyy! ¡Wendyyyyy! ¡Wendyyyy!




Petr Pan.

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