La
cocina era la única pieza de la casa que había sufrido una remodelación total,
un buen día Pedro la llamó y le dijo – ¿Qué te parece si reformamos la cocina?-
contaba con ella para cualquier asunto relacionado con las reformas o la decoración.
Alba no dudo en trasladarse el tiempo necesario para este proyecto, se
decantaron por un estilo funcional y quedaron muy satisfechos con el resultado,
tanto que solían utilizarla para la mayor parte de las comidas facilitando así
el trabajo de Amalia, era espaciosa y muy luminosa nada que ver con la cocina
original que era de madera de pino, ahora predominaba el blanco que fue el
color elegido para el armariado y el alicatado, los electrodomésticos de acero
inoxidable daban un toque de frialdad que se compensaba con el cristal de las
puertas de los armarios que permitía visualizar el interior de los mismos en
cuyos estantes se apilaban las lozas y porcelanas de los juegos de café y té,
los tarros de diversos tamaños y formatos donde se guardaban la pasta, las
legumbres, galletas, golosinas, arroz, azúcar, harina, especias y demás
condimentos necesarios para los guisos de Amalia que no cabía en sí de gozo con
el cambio, solía presumir con sus amigas por todas las comodidades de que
disponía, la cocina era su reino.
En
medio una isleta central con la encimera y una bancada suficiente como zona de
trabajo, la parte baja con sus amplios cajones permitía guardar cuberterías,
mantelerías, paños y bayetas y hasta una colección de libros de cocina en
armarios dispuestos a tal fin.
Al
fondo un amplio ventanal dotaba al espacio de luz natural, debajo del mismo
situaron una mesa con sobre de mármol en la que no faltaban las flores frescas
que Amalia cogía del jardín, ahora el jarrón estaba vacío, este hecho la hizo
reparar en un detalle que le extrañó pero al que apenas había prestado atención,
al entrar vio de refilón que sobre el velador del vestíbulo había una nota de
color, una rosa amarilla lucia sus pétalos en un pequeño búcaro de porcelana,
no hacía mucho tiempo que había sido cortada ya que no estaba abierta del todo,
regresó sobre sus pasos para comprobarlo y efectivamente allí estaba ¿Quién la
habría colocado allí? ¿Quizás Amalia? Era la única que disponía de llaves
además de ella o su familia, las hermanas de Pedro no tenían llaves y apenas
tuvieron tiempo de acudir a la notaria a la lectura del testamento.
Regresó
a la cocina pensativa, seleccionó una lata de té negro, calentó agua y preparó
la tetera, la bebida caliente la reconfortó, la casa estaba fría y no había
encendido la calefacción, era el momento, sentada frente al ventanal de la
cocina contemplaba el jardín gozando del sosiego que aquél remanso de verde
urbano le producía, era el momento de hacer las llamadas que tenía pendientes.
Marcó
el número de Amalia y de inmediato la melosa voz de la mujer se escuchó al otro
lado:
-Señorita
Alba ¡Que alegría!
-Hola,
Amalia ¿Cómo estás?- respondió con la misma alegría.
-¡Ay!
No me pregunte eso señorita, desde que murió el señor estoy hecha un trapo, le
echo tanto de menos, no sé en qué ocupar el tiempo, Amalin está conmigo pero se
va temprano a trabajar y no regresa hasta la noche ¿Qué pena más grande,
señorita! Pero no hablemos de mi ¿Cómo están ustedes? Antes veía a su padre todos los días, a veces le
acompañaba su madre y se quedaban a comer con el señor, eran buenos tiempos,
ahora me siento un trasto inútil.
Alba
sonreía mientras escuchaba atenta, no dejaba de chocarle la costumbre que la
mujer tenía de llamarla señorita cada dos por tres, por más que había intentado
que la tutease no lo había podido conseguir quizás ahora que Pedro no estaba lograría
que dejase de un lado las formalidades porque la hacían sentir ridícula,
anacrónica, como si fuese la señorita Escarlata en Lo que el viento se llevó.
-Estamos
todos bien, Amalia, estoy en la Malvarrosa ¿podrías acercarte?
-¡Que
está en la casa! ¡Claro que si! Termino con la comida y me planto allí en un
abrir y cerrar de ojos, faltaría más ¡Ay! ¡Que alegría, señorita!
-No
te apresures, tomate el tiempo que necesites, no tengo prisa- la tranquilizo Alba.
-Hasta
ahora mismo- terminó Amalia.
La
sonrisa se torno en un gesto serio cuando pensó en la segunda llamada
pendiente, no le apetecía nada pero no quedaba más remedio si quería recuperar
a Porthos al tiempo aprovecharía para poner al corriente a Pablo sobre las
novedades, no tenía porque darle explicaciones pero tampoco quería que fuese un
secreto, algo que tuviese que ocultar, aspiro profundamente mientras
seleccionaba el número en la agenda del móvil, no hubo respuesta, hizo
rellamada y esta vez si respondió:
-Estoy
trabajando Alba, tu siempre tan inoportuna. ¿Qué quieres?- la voz de Pablo sonaba fría, distante, era el
tono que venía utilizando con ella desde hacía años.
-Antes
que nada saber que estás bien- respondió
en tono conciliador restándole importancia a su descortesía, -me consta que
estás trabajando pero mi llamada te hubiese resultado inoportuna en cualquier
momento, ha sucedido algo importante, Pedro me ha dejado la casa de la
Malvarrosa y he decidido instalarme en ella…
Pablo
no la dejo terminar y replico con tono agrio -¡Maldita sea! Siempre tienes
suerte, de nuevo te salvan el culo.
-No
creo que mi culo necesitase ser salvado y tu comentario es de todo punto
desagradable- dijo Alba con voz temblorosa, -Si te he llamado- continuo, -es
porque ahora voy a disponer de independencia lo que me permite recuperar a
Porthos, supongo que te alegrará saberlo porque me dejaste claro lo mucho que
te molestaba el pobre animal, ya puedo librarte de la responsabilidad de su cuidado,
también me gustaría recuperar mis libros y la ropa que no me traje.
-No
me jodas, ya te he dicho alguna vez que lo que hay en la casa no te pertenece,
es de la casa- respondió Pablo que había elevado el tono de voz.
-No
me jodas tu a mi ¿desde cuándo las casas tienen propiedades?- Replicó Alba que
ya empezaba a perder el control.
-Solo
me llamas para putearme ¿te das cuenta?
-Basta
Pablo, no sigas por ahí, solo quiero
recuperar a Porthos y algunas de mis pertenencias, nada más ¿de qué te sirven a
ti?, solo lees libros relacionados con tu profesión, ¿Cuándo te va bien que
haga el viaje?
-No
quiero verte, Alba, y no permitiré que entres en MI casa.
Se
sintió agotada, el tiempo y la distancia no habían limado las cosas, hablar con
Pablo era como darse cabezazos contra la pared, siempre estaba a la defensiva y
con claro ánimo de hacerle daño, nada quedaba del hombre educado y encantador
del que se enamoró perdidamente, tenía que obrar con inteligencia, no entraría
al trapo, su objetivo era recuperar a Porthos, podía renunciar al resto.
-Tranquilízate,
no tengo intención de ir a tu casa. ¿Quieres traerlo tu?
Pablo
soltó una risotada sarcástica.
-¡Que
lo lleve yo!, ni lo sueñes, solo me faltaba tener que hacer un viaje con un estúpido
perro histérico, sabes que se marea y vomita.
Aquello
era un sin sentido, dijese lo que dijese le parecería mal.
-¿Qué
quieres hacer entonces?- Respondió Alba
frustrada.
-Lo
mandaré por mensajería.
Alba
no pudo contener su enfado y su rabia, estaba utilizando a Porthos para
mortificarla pero tragándose el orgullo dijo en tono de súplica –Eres cruel
Pablo, sabes que Porthos se aterrorizará, permite que vaya a recogerlo, déjalo
en casa de algún amigo e iré a buscarlo, no tenemos que vernos ni tan siquiera.
-No
insistas- respondió su marido sin ceder ni un ápice, -¿Dónde quieres que te lo
mande. ¿A casa de tus padres o a la Malvarrosa?
Alba
se rindió. –Está bien Pablo, da la dirección de mis padres, aún estoy allí.
-No
se hable más, mañana sin falta te lo mando, te diré por mensaje la hora en que
te lo llevarán.
Pablo
colgó bruscamente.
Alba
se quedó abstraída sin darse cuenta de que movía sin cesar la cucharilla dentro
de la taza vacía, permaneció así un buen rato bloqueada por la violencia que la
conversación con Pablo le había transmitido, de nuevo esa sensación de miedo
que no le permitía avanzar, su marido la empujaba a un bucle malsano sin principio y sin final, la violencia y la acritud le guiaban a él y a ella le
acompañaban la desolación y la desesperanza.
¡Ding, dong! ¡Ding-dong!
¡Ding, dong! ¡Ding-dong!
El
timbre sonó un par de veces hasta que Alba reaccionó, dejó quieta la
cucharilla, se pasó la mano por el flequillo con gesto mecánico y fue a abrir
la puerta.
Allí
estaba Amalia con una sonrisa de oreja a oreja, la abrazó con fuerza y le dio
dos besos en las mejillas con esa calidez y cariño que solo ella sabía dar. Le
encantaba el perfume con olor a jazmín que solía utilizar.
-Que
guapa estás, Amalia y cuanto te he echado de menos pero no te quedes en la
puerta, mujer, vamos a la cocina, he preparado una tetera.
Las
dos mujeres se adentraron en la casa sin soltarse de la mano.
Continuará...
21 comentarios:
Un capi que no me deja indiferente.Sigo enganchada a la aventura de Alba.
Esperando mas.
Besos
Uy Pobre Alba, ojala Photos llegue bien Pablo es un idiota, te mando un beso y te cuidas . Buen sabado Wendy
Ay pobre Alba!!! Me da una pena! A ese Pablo habría que darle una patada en el trasero!
Me sigues enganchando amiga, muy buen capi el de hoy!!!
Que pases un bello finde!!!
Roos
Querida Wen
Gracias por ese té ,me ha encantado tomarlo con Alba. También yo sufro por Porhos pero seguro que llegará bien y dará saltos de alegría al ver a su dueña
Sobre Pablo ¿cómo puede alguién tan encantador como dice que era convertirse en alguién detestable que hace daño intencionadamente a alguién a quién supuestamente quiso en otro tiempo?...ocurre en la vida real y es algo que nunca he llegado a entender
No nos hagas esperar mucho
Un Beso
sigo expectante tus letras. Muchos besinos y feliz fin de semana te deseo con inmenso cariño.
El comienzo del capítulo me ha recordado que tengo obras en la casa... ;(. Estoy de tierra, hasta la coronilla ;D
El Pablo no sabe lo que ha perdido
Besote guapa
la conversación con su ex-marido resulta dura. no va a ser fácil lidiar con alguien así, y no se le ve dispuesto a cambiar de actitud...
me gusta el detalle de cuando entra en la cocina y se da cuenta de que hay algo que antes no había. cualquier pequeño cambio en algo que estábamos acostumbrados a percibir de una determinada manera, es un estímulo sensorial que no pasa desapercibido.
y también me gusta que el diseño de la cocina fuera idea conjunta de alba y de pedro. no hay nada mejor que tener a alguien con cuya opinión siempre cuentes.
besos, wendy!!
Buenas noches Wendy: Que terrible! a ese Pablo habría que meterlo en una juaula y enviarlo a China por correo, a ver si le gusta!. Espero que Porthos llegue bien. Creo que Alba poco a poco va encontrando la dirección para su vida y con la ayuda de sus seres queridos seguro podrá recuperar la alegría que ahora parece huir. Muy buena historia! Besitos =)
Una vez más te has movido con muchísima soltura en las descripciones. Me ha gustado mucho la conversación con Pablo, la tirantez disfrazada de calma que transmitía.
Deseando leer más me dejas
Besos
Qué injusto modo tiene él de referirse a Porthos! Oh, protesto!
Me gusta que Alba insista en no desprenderse de él. Eso la hace adorable.
Y qué buen gusto tiene usted! Esa cocina es un primor, y la combinación de colores con esa flor amarilla en el búcaro de porcelana indican que es una artista quien sostiene la pluma :)
Buenas noches
Bisous
Has descrito la cocina perfecta que eme encantaría tener. Eso es tener buen gusto. En cuanto a ese tal Pablo es un impresentable. Habría que darle una buen lección.
Me encanta el derrotero que está tomando tu relato.
Bss Wendy y feliz semana
Hola mi querida Ven,!Qué cocina más bonita nos has dejado! de ensueño.
Bueno, Pablo es de armas tomar, es lamentable esta situación, a ver cómo llega el pobre perro a casa.
No me extraña que Alba esté desquiciada con semejante hombre.
A ver si te puedo continuar.
Mil gracias amiga, te dejo un estanque lleno de ternura.
Sor.Cecilia
Este Pablo es un intratable y un borde de mucho cuidado. Suerte haber topado con Alba porque otra se cuela por la línea telefónica y le arranca la cabeza de cuajo. Es lo malo,- o lo bueno,- de las rupturas; siempre acaban mostrándonos la cara real del otro y así, asalto tras asalto, nos damos cuenta de cuanto puede llegar a cambiar la gente y de príncipe azul pasar a sapo verrugoso en un santiamén. A este le daba yo matarile fino...
Y como siempre, en toda ruptura los débiles son los que pagan el pato. A falta de hijo la pobre mascota (¡y encima no lo soporta!) Son ganas de hacer daño de forma gratuita, leches... ¡qué mal me cae este Pablo!
Un beso y buena semana, voladora.
Si es que las casas son uns desagradecidas. Seguro que Alba dentro de 10 años vuelve a cambiar la cocina de estilo porque entonces volverán los muebles de color madera... Ya verás.
Besazos
Me sigues encandilando con tu historia....
Besos muchos, Wendy
Ay por Dios no puedo con las conversaciones con los ex! pero esto cada vez se pone mejor
Dos besos
La descripción de la cocina muy larga, peero...el enfrentamiento con Pablo está soberbio. Destila ese tipo una mala leche a través de tus líneas que no veas. Eso y el temblor de ella. Has retratado el choque conyugal con crudeza y explica perfectamente porqué las cosas iban mal entre ellos. El contraste entre estas escenas y el modo suave de ir metiendo misterio me gusta mucho.
Besines.
Paso a distraerme un ratito contigo...
me pierdo con el té y esa cocina.
bss
^^
Mi querida Wen, vengo avergonzada luego de algunas semanas de silencio, en las que el tiempo y situaciones difíciles me alejaron casi por completo. Tengo que ponerme al día con tu historia, de hecho me hace mucha falta leer a mis siempre buenos y queridos amigos, y sentir esa cercanía que existe, esa amistad que está siempre presente, y es tan necesaria sobretodo en momentos de dificultad. Ya te escribiré en privado para charlar de todo un poco.
Un abrazo siempre fraterno y regreso en breve luego de darme la comilona de todos tus capítulos :)
Leyendote despacio , ya me pondre al día.
Gracias por siempre estar!!!
Cariños
Ay, Dios! qué belleza de cocina, con lo que me pierden esos amoblamientos y ambientación, escogiste la imagen perfecta.
Qué incómoda y violenta la conversación con Pablo, ese hombre se hace detestar enseguida.
Pobrecito Porthos, será una fea experiencia para él pero al menos volverá con su dueña.
Me encanta Amalia, es muy cálida.
Esto se pone cada vez mejor.
Besos!
Jazmín.
Publicar un comentario